jueves, 1 de mayo de 2008

Preguntas frecuentes



¿Es mi hijo disléxico? ¿Cómo puedo ayudarlo?

La dislexia, en palabras de M.Thomson, es una “grave dificultad con la forma escrita del lenguaje, que es independiente de cualquier causa intelectual, cultural y emocional.” La dislexia ha sido definida y redefinida en multitud de ocasiones pero, más interesante que dar una definición clara y unánime, es establecer cuáles son sus síntomas, cómo puede detectarse y cómo ha de tratarse.
Los disléxicos presentan severas dificultades en la adquisición de la lectura y la escritura. Se trata de un problema cognitivo que afecta a las habilidades lingüísticas en relación a la trascripción oral a escrita, codificación visual a verbal, memoria a corto plazo, organización perceptiva (orientación espacial), secuenciación y clasificación.

Cuando el niño/a empieza el proceso de aprendizaje de lectura y escritura, es importante estar alerta, sobre todo si existen antecedentes familiares.


Me ha dicho el pediatra que mi hijo debe acudir a estimulación precoz ¿qué es?. ¿Qué debo hacer?

La estimulación precoz es un conjunto de acciones de prevención terciaria, dirigidas a mejorar las capacidades de un recién nacido, lactante o niño al que se la detectado un problema de desarrollo (físico, psíquico o sensorial). En la actualidad existen redes de estimulación precoz de carácter público, en los que se atiende de forma gratuita a los niños con estas dificultades. Estas redes dependen de las comunidades autónomas. Va dirigida a niños entre 0-3 años en nuestra comunidad andaluza y será su pediatra quien pueda orientarle y facilitarle toda la información en relación a los recursos que tiene a su alcance a través de la seguridad social. También puede atender a su hijo en un centro privado especializado.
Mi hijo no habla bien ¿a qué edad debe hacerlo? ¿puede necesitar un logopeda?



Algunos padres se suelen mostrar muy preocupados cuando su hijo/a no habla a determinada edad. Es preciso aclarar que este trastorno no implica ningún retraso intelectual. Un niño de 2 años puede no decir una palabra y, sin embargo, ser muy inteligente. Sin embargo, es preciso estimular al niño para que el proceso de aprendizaje sea el correcto. Hacia los 12 meses, el niño debe ser capaz de decir algunas palabras, aunque entonces sí es normal que las pronuncie de manera incorrecta. A los 4-5 años, debe haber aprendido a decir bien todos los sonidos para que comience el aprendizaje de la lectura y escritura conociendo todos los fonemas y sinfones y si no es así, es preferible consultar a un logopeda.


Mi hijo tartamudea ¿qué debo hacer? ¿dónde puedo acudir?

Alrededor de los 3 años, sobre todo los niños, más que las niñas, presentan episodios de bloqueos. En apenas unos meses suelen desaparecer, si bien es una disfemia evolutiva debemos de tener en cuenta una serie de normas, para que no se convierta en un patrón de habla disfémico que se instaure en el habla del niño:
· No hacerle correcciones, ni decirle que hable más despacio.
· Esperar a que termine de hablar y no acabarle la frase.
· Crear un clima de tranquilidad cuando se comunique con nosotros.
· Ofrecer un patrón de habla adecuado
· No hacer comentarios, amigos o familiares sobre la forma de hablar del niño y nunca delante de él.

Si detecta que su hijo balbucea, tiene bloqueos al hablar o tartamudea pasado los 3 años y medio o 4, es necesario que acuda a un especialista en logopedia. Para poder hacer un pronóstico real y eficaz de la tartamudez (disfemia), el primer paso es realizar una evaluación que permitirá diagnosticar si se trata de una disfemia tónica, clónica o mixta. Los aspectos a evaluar serán la respiración, las posibles manifestaciones corporales, las posibles alteraciones conductuales y lingüísticas y las disfluencias tanto en emisión espontánea como en repetición, lectura y canto. En ocasiones, la evaluación logopédica debe completarse con una valoración de autoestima y ansiedad debido a la relación directa existente entre la disfemia y la situación emocional de quien la padece.



¿Cómo puedo comunicarme con mi hijo?

La forma de comunicarnos va a ser diferente según la edad de los niños. La buena comunicación es imprescindible para educar.
Algunas orientaciones para un buen intercambio comunicativo pueden ser:

· Capacidad de escucha; los niños tienen que sentir que se les presta atención y que lo que tienen que decirnos es importante.
· Normas sencillas. Debe de haber coherencia entre padre y madre (a los niños les confunde mucho que cada uno diga una cosa diferente).
· Favorecer espacios para la reflexión, evitando el insulto o la imposición de normas sin dar razones, respetando turnos (esto dependerá, claro, de la edad del niño, pero se consigue un buen desarrollo del respeto si suele ser la tónica desde que el niño tiene capacidad de empatía, es decir a los 5-6 años).
· Expresar nuestros sentimientos de forma adecuada y también los motivos o conductas que los producen, para que los niños puedan darse cuenta de lo que sucede y asociar.
· Tener en cuenta el lenguaje no verbal. Esto significa que los gestos, la mirada, el tono o la intensidad de la voz van a precisar en mayor medida lo que estamos diciendo.
· Buscar tiempo para la comunicación, evitando las prisas y/o los momentos poco adecuados (cansancio, enfado, estrés, prisa, etc.).



¿Es mi hijo hiperactivo? ¿Cuáles son los síntomas?

Algunas de las características de la hiperactividad se señalan a continuación, pero no todos los niños hiperactivos mantienen las mismas características que se describen pero las dificultades de atención, impulsividad e hiperactividad son rasgos comunes que presentan todos los niños. Como características fundamentales (recogidas en el DSM-IV) :

ATENCIÓN: Falta de atención cercana a detalles. La distracción más vulnerable es a los estímulos del contexto ambiental.Les cuesta seguir órdenes, parece que no escuchan a nadie y en el colegio saltan de una tarea a otra, pues evitan, además situaciones que impliquen un constante esfuerzo mental.


IMPULSIVIDAD: Actúa de forma inmediata sin pensar en las consecuencias. Está inquieto con las manos o los pies y no puede sentarse quieto. Está activo en situaciones en que es inapropiado. Habla de forma excesiva, responde antes de que la otra persona termine, tiene dificultad para esperar su turno y frecuentemente interrumpe.



Mi hija se distrae continuamente, extravía los materiales escolares, tiene problemas para mantener la atención. ¿Puede tener alguna dificultad?


En ocasiones los niños tienen dificultades para concentrarse y comportarse. Sin embargo, los niños con un trastorno por déficit de atención presentan unos síntomas característicos que si continúan pueden dificultar su aprendizaje. Si su hija presenta algunas de las características que detallamos a continuación, es conveniente que acuda a un especialista (psicólogo, pedagogo, psicopedagogo).

· Moverse constantemente o ser incapaz de permanecer sentado.
· Actuar y hablar sin pensar.
· Tener dificultad para esperar su turno.
· Hablar mucho.
· Ser incapaz de jugar calladamente.
· Tener dificultad para prestar atención y pasar mucho tiempo soñando despierto.
· Parecer que no escucha a los demás.
· Distraerse fácilmente al hacer tareas o al jugar.
· Olvidar las cosas.





¿Por qué se producen las rabietas?

En algunas ocasiones, un niño que no consigue algo que quiere, comienza a llorar, gritar, patalear y se tira al suelo. Eso es una rabieta. Dicho de otro modo, las rabietas o berrinches son comportamientos coléricos mediante los que el niño manifiesta su incapacidad para hacer o conseguir algo que desea. Se consideran una parte normal del desarrollo del niño de 1 a 3 años y la tendencia es la desaparición hacia los 4 años.

El origen de la rabieta suele estar en un conflicto entre los deseos de autonomía del niño y las limitaciones que se le imponen a una edad en la que no posee un desarrollo suficiente del lenguaje, para poder expresar con palabras sus necesidades o sentimientos. Hay factores que pueden facilitar su aparición como el sueño, el hambre, la incomodidad o el estar enfermo. Muchos niños siguen usándolas porque tuvieron éxito con rabietas anteriores.
Mi hijo no rinde en el colegio ¿qué puedo hacer?

Existen múltiples problemas que pueden determinar el bajo rendimiento de los niños. Las más frecuentes son:

Problemas emocionales: la separación de los padres, enfermedad o muerte de seres cercanos, cambios de colegio, falta de atención, pérdida del interés, desmotivación, sentimientos de pena, irritabilidad, baja autoestima, cambios de ánimo,…

Problemas sensoriales: problemas de hipoacusia, problemas de visión, problemas motores.

Problemas específicos de aprendizaje. Son aquellos que afectan a la lectura, a la escritura, al cálculo matemático, a la falta de atención y concentración, al razonamiento,… Éstos pueden deberse a un trastorno neurobiológico, inmadurez o malas prácticas pedagógicas.

Cualquiera que sea la causa, el niño necesitará apoyo psicopedagógico y/o logopédico para superar las dificultades.


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